Tiene trastorno del sueño, puede tratarse de diabetes

abril 3, 2021

En sus etapas iniciales, la diabetes mellitus no presenta síntomas; sin embargo, por su evolución crónica y progresiva, o por el mal apego al tratamiento, induce graves complicaciones, muchas de ellas potencialmente mortales, señalaron especialistas de la UNAM.

Esta enfermedad resulta de la interacción de factores genéticos y ambientales. En este sentido, diferentes trastornos del sueño se asocian con la elevación de la glucosa en sangre, tales como el síndrome de sueño insuficiente, insomnio y síndrome de apnea obstructiva de sueño, así como depresión y ansiedad, alertaron con motivo del Día Mundial de la Diabetes, que se conmemora mañana, 14 de noviembre.

Esto se demostró con estudios epidemiológicos, con los que se concluyó que dormir menos de seis horas incrementa el riesgo para desarrollar diabetes mellitus.

La diabetes y los trastornos del sueño

Humberto Medina Chávez, geriatra; Andrés Barrera Medina, psiquiatra; y Ulises Jiménez Correa, responsable de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina, refirieron que según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2012, el 9.17 por ciento de los adultos en México tiene diagnóstico de diabetes mellitus.

Se trata de una enfermedad crónica, degenerativa y con afección multiorgánica. Se caracteriza por el deterioro progresivo de las células beta pancreáticas encargadas de la liberación de insulina, las cuales responden a la elevación de la glucosa en sangre; en consecuencia, la glucemia permanece elevada y afecta lenta y progresivamente a los vasos sanguíneos en todo el organismo.

En tanto, el síndrome de sueño insuficiente consiste en una restricción voluntaria del dormir, que provoca somnolencia diurna, altera el metabolismo de la glucosa y las hormonas que regulan el apetito (grelina y leptina), lo que origina un incremento en el deseo de consumir alimentos ricos en calorías y un deterioro para la asimilación adecuada de los mismos.

Por otro lado, la depresión es una enfermedad del estado de ánimo que afecta del 30 al 65 por ciento de los adultos con diabetes. Se ha investigado una relación bidireccional, es decir, la depresión es un factor de riesgo para el desarrollo de diabetes mellitus y viceversa, remarcaron los universitarios.

Los síntomas de la depresión son la pérdida del interés, la tristeza diaria, las ideas de culpa, aumento o pérdida del apetito, problemas en la concentración, somnolencia excesiva diurna e insomnio.

Este último en sí mismo aumenta los niveles de cortisol en la sangre y empeora enfermedades relacionadas como la hipertensión, problemas cardiovasculares y, por supuesto, la diabetes.

En tanto, prosiguieron, el síndrome de apnea hipopnea obstructiva del sueño es un trastorno que se presenta por la obstrucción parcial (hipopnea) o completa (apnea) de la vía área superior durante el sueño.

Los síntomas principales son el ronquido de gran intensidad, acompañado de pausas en la respiración durante el sueño, que provocan despertares y aminoran la calidad del descanso, situaciones seguidas de somnolencia y cansancio.

La disminución del tiempo de sueño y del nivel de oxígeno en sangre, junto con la presencia de despertares, desencadenan la liberación de sustancias proinflamatorias, que a su vez incrementan la glucosa. Se ha reportado que del 40 al 50 por ciento de los pacientes con apnea de sueño tienen diabetes mellitus, remarcaron.

Los expertos resumieron que la diabetes mellitus está relacionada con la privación crónica de sueño o con uno poco reparador; entonces, dar tratamiento a estos trastornos puede contribuir a controlar la diabetes en pacientes diagnosticados, y dormir bien puede ayudar a disminuir el riesgo de padecer enfermedades metabólicas, como la que nos ocupa.

El Día Mundial de la Diabetes fue instaurado por la Federación Internacional de Diabetes y la Organización Mundial de la Salud en 1991, como respuesta al aumento de los casos de esa afección. En 2007, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo celebró por primera vez tras la aprobación de la Resolución, en diciembre de 2006, lo que convirtió a esta efeméride en un día oficial de la salud de la ONU.

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